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Arriba, abajo, de lado... ¿Cuál es tu posición favorita?

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   ¡Ah, lo he pillado! Seguramente usted, impúdico lector de las aventuras librescas de este burrito, está leyendo este pícaro articulillo porque pensó que hablaríamos de sexo, del kamasutra, de la pose del misionero o la del pollito tomando agua, del punto G y todo el alfabeto incluido, como ya lo hice en este ardiente post Pienso en tu sexo, o en este otro Sexo al aire libre, o en este otro Sexo con o sin amor




oreja del burro
El burrito sepsi!
   


   Pero bueno, para que no se sienta defraudado, les dejo una muy sensual foto que, aunque no soy yo, el parecido es sorprendente! (están permitidos los suspiros y desmelenamientos). Encontrará una descripción más exacta de este su servidor burrito en mi divertido post Más feo que cuello de pavo.








   La verdad es que en este textillo sí comentaré sobre poses, ángulos y otros malabares pero no de placer sexual, sino desde dónde se observa y se afronta el mundo circundante. Es que, como bien reza el dicho, cada uno habla de la feria como le fue en ella, o sea las opiniones que nos formamos de un mismo hecho dependerá de la particular situación de cada uno; o sea, no es lo mismo estar arriba que abajo, porque como diría el gran Camilo José de Cela, "no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo".


oreja del burro
Tranqui, Homer, tenme paciencia!


    Les juro que estos rebuznos y seudo-reflexiones del burrito tienen una razón de ser. He estado metafísico, meditabundo, cabizbajo, taciturno... ¡por culpa de Alfáltica! (Luhu 2015), de la joven poeta Aránzazu Hernández:


asfáltica
Usted es la culpable, de todas mis angustias...

   Ya saben, pacientes lectores, que no suelo emocionarme tan fácilmente con las "novedosas" publicaciones que tanto pululan por internet y que no hacen más que acrecentar esa montaña de "basura textual" que está por asfixiarnos (mis quejas y tribulaciones ya las anoté en Los pequeños placeres de un crítico literario). Así que estén seguros de que el libro de Aránzazu Hernández -a juicio de este burrito- tiene suficientes méritos para convertirse en una joyita literaria. 




aranzazu hernandez
La autora (foto robada de su face)


   Como es mi asnal costumbre, solo comentaré un aspecto de las múltiples bondades de este poemario, quizás el aspecto más resaltante y vibrante. Dejo a usted, fiel lector, la labor de comprar el libro y buscar el mejor momento para contemplar "desde el asfalto" esa nueva imagen de la realidad que la poeta tan brillantemente ha logrado descubrir. 

   Tal vez, después de tan trepidante lectura, usted decida compartir cuál es su posición favorita. Llámenme paranoico, esquizofrénico o que padezco de algún otro trastorno de personalidad, pero mi posición favorita -la que libremente he elegido adoptar- es la omnisciente, la múltiple, la que entiende y respeta las otras miradas, aunque a mí me parezcan equivocadas:

                   He aprendido a elegir.
                   No hay excusa
                   para no encontrar destinos.
("Porque siempre he sudado cielos en las palmas de mis manos", vv. 45-47)


¿Libertad o libertinaje?, ¡qué más da!
 

    ¡Ah, de la tan ansiada libertad! Fácil de decir y desear; difícil de delimitar y mirar. Ya el genio César Vallejo había luchado ferozmente contra los límites y contra los requiebros que causa la trasgresión de las normas. Esa sutil diferencia entre la libertad y el libertinaje, entre la revolución vanguardista con sentido y el simple arrebato carente de dirección (incluso el punk con su abuelo el dadaísmo entienden sus limitaciones):


cesar vallejo
Todos a leerlo!


Quiero escribir pero me sale espuma.
Quiero decir muchísimo y me atollo;
no hay cifra hablada que no sea suma,
no hay pirámide escrita sin cogollo.
("Intensidad y altura", vv. 1-4)







    Aránzazu Hernández se halla en el borde de la liberación principalmente emocional y metafísica, mas no de la palabra poética (no es casual que algunos versos de Asfáltica nos recuerden la poética vallejiana). A través del verso corto, sencillo, sin rocambolescas metáforas u otras trasgresoras figuras de la retórica, la poeta nos hace partícipes del hartazgo por una infructuosa búsqueda del sentido (asco tan característicamente posmoderno). De ese hartazgo nace la indiferencia, el desapego, el "qué me importa". La tan anunciada muerte de los dioses de mediados del siglo XX -de la que ya hablé al comentar el deslumbrante libro de Helena Cosano (leer Los pequeños placeres de un crítico literario)- se convierte en una "descarada" realidad en los versos de Asfáltica:

                 
Y ya me he vuelto
demasiada descarada
no encuentro dioses en mis sombras
ni me atan las verdades.
("Libertina", vv. 18-21) 

   
   El tan ansiado sentido y las tan angustiantes respuestas -que nunca llegaron- se trasmutan en frustración sexual, en "prostitución metafísica" de un Hombre (en mayúsculas) que coqueteó durante luengos años con la vida, con los dioses, con el orden y que, hoy por hoy, se corona de orgasmos fallidos, de insatisfacción al ver que su entrega amorosa -carnal y espiritual- no tuvieron final feliz (sin importar cuántos "masajes" espirituales le dieron). 

     A diferencia de la amada de san Juan de la Cruz, aquella que va al encuentro del Amado en medio de la oscuridad mundana y que ve recompensado su esfuerzo en el éxtasis místico (leer Sexo al aire libre), nosotros podemos observar a la voz poética de Asfáltica -digamos que es una voz femenina- tendida sobre sus "jugos sexuales", sin nadie que sepa aprovecharlos. Aquí también asistimos a un cambio de mentalidad, de la marcada melancolía que acompaña a la poesía desde el Barroco hacia la búsqueda de un nuevo paradigma (o la ausencia de ello):



punto g
En la G!, ahí está el detalle
Detrás de cada sábana manchada
te esperaba
el final de mi boca
siempre llena de otros,
nunca saciada al ritmo real 
que me sacude.
("El sexo de las llagas", vv. 25-30) 


   Como pueden observar, estamos ante un excelente libro, bien pensado y con una propuesta innovadora. De Asfáltica seguramente seguiremos hablando en este blog... ¡y aún así nos quedaremos cortísimos!

   Desde LA OREJA DEL BURRO felicitamos a Aránzazu Hernández, por tan brillante e inteligente poemario. Y nuestro agradecimiento a Editorial Luhu, por mostrar al mundo nuevos talentos y literatura de calidad. 



Un poco de autopublicidad para este burrito

oreja del burro


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